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Marilí es docente y directora de Lenguas en un colegio de Zona Sur. Su actividad implica ser líder de grupos; para ello, un cambio de alimentación fue y es una herramienta que potencia y colabora con su rendimiento.
Marilí inició un cambio de alimentación radical, a partir de febrero de 2003, con un tratamiento para bajar de peso en una clínica especializada. Dicho tratamiento resultó exitoso en su primer objetivo, dejando por delante un camino nutricional distinto y potenciado que excluía totalmente las harinas.
Luego de un período de abstinencia total de farináceos, y a raíz de una intervención quirúrgica, ingirió con el desayuno tres galletitas de agua. Este regreso a las harinas, después de la depuración, puso en evidencia el poder que tenían a nivel psíquico y químico. Marilí se reconoció, literalmente, a merced de las harinas: el cuerpo pedía más, y su mente hacía lo imposible para buscar a los "dealers" —de productos de harina— más cercanos para poder consumir. Tuvieron que pasar dos semanas de trabajo con el equipo médico de la clínica hasta que el retorno al equilibrio resultó posible.
Marilí no es celíaca. Sin embargo, definitivamente recomienda una alimentación sin harinas para todas las edades. Los beneficios han sido innumerables, tanto a nivel físico como mental y/o emocional. Físicamente, la ayudó a bajar de peso de manera considerable, mejoró la piel, el pelo y las uñas. Además, ya no siente hinchazón permanente —porque la harina actúa como una "esponja": absorbe residuos en el organismo y retiene líquido—, como tampoco malestares estomacales e intestinales frecuentes. Desaparecieron sus dolores de cabeza o esas jaquecas que sólo se calmaban con medicación. Con estos cambios en el organismo llegaron ciertos beneficios a nivel mental, y hasta incluso intrapersonal. Al desaparecer la sensación de pesadez aparecen las ganas de hacer cosas, el buen humor, el positivismo. Hay una energía que fluye y fluye. Los beneficios se notaron también en lo interpersonal —en lo laboral principalmente—.
Más allá del gluten, Marilí sostiene y recomienda: "¡Harina no!". Las pocas veces que se lo ha vuelto a plantear, en estos trece años, hacen que de inmediato recuerde el episodio disparado por las tres galletitas de agua. "Yo sentí y viví lo que significaba estar a merced de una sustancia, y realmente no quiero eso para mi vida hoy." Por lo cual desde entonces no consume gluten por añadidura.
Marilí mantiene hasta hoy su dieta basada principalmente en el consumo de productos frescos. Come frutas y lácteos en el desayuno y la merienda, y carnes magras, verduras y frutas en el almuerzo y la cena. No come entre comidas y, salvo los lácteos, evita comprar productos que traen códigos de barra.
La preparación de su comida, al tratarse de productos frescos, implica lavar, cortar, hervir u hornear. Son preparaciones básicas, simples y fáciles.
Como cierre, a Marilí le gustaría agradecer la posibilidad de compartir su experiencia, y nos propone a los lectores hacer dos semanas de HARINA CERO… los beneficios son inmediatos.
Ping Pong
Nombre: María Lidia (Marilí) Camporro.
Profesión: docente.
Ocupación actual: profesora de inglés.
Realizás deporte o actividad física: dos clases de gimnasia funcional por semana; siempre que puedo, camino treinta minutos diarios.
Comida preferida: terrina de brócoli.
Libro que tenés en tu mesa de luz: La magia del orden, de Marie Kondo.
Qué elegís hacer en tu tiempo libre: turismo urbano.
Lugar ideal para tu descanso: Miramar.
Lugar de compras de productos sin gluten… ¿Supermercado, dietéticas, almacenes naturales, pedidos a distribuidoras… otros?: supermercado.
Comida más importante del día: la cena.
Un país: el Reino Unido.
Una ciudad: Varias… Bath, Malvern, Stratford-upon-Avon…
Película favorita: Los puentes de Madison, Casablanca, Lo que el viento se llevó.
Facebook sí o no: no.
Twitter sí o no: no.
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