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NOTA

Un celíaco consolidado

Miguel Simón, periodista deportivo y relator apasionado, ha recorrido el mundo cubriendo diversas competencias. Se reconoce como celíaco “consolidado” a partir del diagnóstico en 1998. Aquí nos cuenta su historia, poniéndole mucho humor a su relato.

 Aglutenados: ¿A los periodistas deportivos les gusta practicar deportes o sólo relatarlos?

Miguel Simón: A mí me encanta; he hecho mucho deporte toda la vida, siempre le di importancia a la parte física. Sin embargo, me costaba, me cansaba, me sentía intoxicado. Pesaba ocho kilos menos que ahora.

¿Y cómo te sentís ahora?

A partir del diagnóstico y el seguimiento de la dieta, cambió mi rendimiento. Hasta te diría... ¡SER CELÍACO es lo que me mantuvo en forma los últimos quince años de mi vida! Soy bastante talentoso, por cierto, jugando al fútbol: corro, corro y no me canso. Si hubiese corrido así a los dieciocho años, habría sido deportista profesional. ¡Habría hecho ochocientos goles!

¿Cuándo y cómo te diagnosticaron?

Soy un celíaco consolidado. Lo sé desde mayo de 1998, poco tiempo antes de ir a cubrir el Campeonato Mundial de Fútbol a Francia. A posteriori de un viaje a Perú y por un malestar que no cesaba, consulté a mi actual gastroenterólogo: Luis A. Colombato, un “crack”. Es muy didáctico para explicar todo; aprendí tanto que ya tengo algo de gastroenterólogo también ¡Podría dar charlas motivacionales! Empezamos investigando una parte del intestino —el grueso— y descubrimos esto otro —en el delgado—. Recuerdo la cautela con que me lo dijo… y para mí fue una bendición (entre risas).

¿Algún miembro de tu familia es celíaco?

No por ahora. Mi madre, si bien a veces hacía dieta sin gluten y se sentía mejor, nunca supo realmente si era celíaca. A Manuel, mi hijo de doce años, los estudios le dan negativo.

¿Te ordenaste a partir del diagnóstico?

Sí, totalmente, con la salud y con la alimentación; si tengo alguna lesión soy disciplinado en cuidarme; si me enfermo, para curarme: me repongo rápido y mejor. También soy estricto con la dieta. Nunca comería nada que sepa que tiene gluten directo. ¡NI HABLAR! Probablemente se me puede escapar algo, algún conservante en algún tipo de producto. Lo que hago en esos casos es, si percibo que me cae mal, después no vuelvo a comerlo. Como sano; ya no me gusta el pan, y como poca carne. Eso sí, muchos vegetales y frutas.

Volviendo a Francia ’98, ¿cómo fue?

Como experiencia, fue muy importante relatar un Mundial. Yo era nuevo en esto de la “celiaquía”, y Francia no es un país muy amigable. Hoy en día viajo seguido allí, a relatar Roland Garros —uno de los torneos de tenis más importantes del circuito—, y recién el año pasado logré identificar una cadena de dietéticas con productos aptos. Tiene apenas seis líneas de productos aptos. Por otro lado descubrí allí una conocida línea italiana de productos sin gluten, que también está en la Argentina.

Considerando tu experiencia internacional, ¿cómo calificarías a la Argentina en temas de alimentación sin gluten?

En mi opinión, la Argentina es uno de los países más avanzados en esto. En cantidad de dietéticas, lugares específicos para comprar, en calidad de productos, en rotulado, etc. En 2011 estuve en Guadalajara, México, cubriendo los Juegos Panamericanos. Googleando información antes de viajar encontré nada más que tres lugares donde conseguir productos aptos. Al visitarlos, me encontré con pocos productos, extranjeros y carísimos.

¿Qué “cargás” en tu valija?

Lo que llevo siempre son barras de cereales, de quinoa, alfajores. ¡Algo dulce!

¿Sos de comprar y traerte productos extranjeros gluten free?

No mucho, disfruto de comerlos allá. Eso sí, a raíz de la celiaquía me he hecho más sociable: pregunto, consulto, charlo con el mozo, hasta entro a las cocinas y dialogo con el chef.

De todos los países en los que has estado, ¿cuál es para vos el mejor para los celíacos?

Australia, sin duda. Es ESPECTACULAR. Allá, comer sin gluten es habitual. Por ejemplo, en las cartas de los restaurantes, hay menús aptos. Aprovecho y como mucha pizza, pastas… hay un barrio italiano y disfruto de sus comidas.

¿Y el país menos amigable?

Fui a cubrir el Mundial de Fútbol Corea-Japón, en 2002. Recuerdo que me llevé un cartel impreso, traducido acá, explicándoles a los meseros que era celíaco; llevaba mi cartel hasta cuando iba al supermercado. Es otra cultura, y me costó muchísimo.

¿Cuál es el evento que más te gusta cubrir? ¿Alguna anécdota?

Los torneos de tenis; estás quince días con tu cabeza activa constantemente, con mucha variedad de estímulos y movimiento. El año pasado me crucé con el tenista serbio Novak Djokovic, con el que tengo una buena relación. Es curioso porque los tenistas en general son muy reservados, cada uno sigue su propio tratamiento físico nutricional y no lo cuenta. Cuando le dije que yo era celíaco, se aflojó un poco y me dijo que él no lo era aunque sí hace una dieta libre de gluten, a raíz de un programa de salud alemán, “una dieta completa, perfecta”, que le da todo lo que él necesita comer para un mejor rendimiento físico. Su nutricionista no sólo le sacó el gluten a sus comidas sino que también eliminó todas las comidas típicas de su país (por ejemplo, salsas fuertes).

Uy, cómo nos gustaría tener tu agenda de deportistas estrellas… Para cerrar, ¿tenés algún mensaje para la comunidad celíaca?

Insisto en que el diagnóstico es una bendición para el que es celíaco y no lo sabe. Cuanto menor es el tiempo que pases sin saberlo, mejor. La vida es una lotería y, dentro de lo que te puede tocar en suerte, la celiaquía, comparada con otras enfermedades, no es tan grave.

 


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