GUÍA
ONLINE
Aglutenados entrevistó al doctor Alberto Caminero, español que trabaja desde hace nueve años en la Universidad McMaster en Canadá, investigando sobre enfermedad celíaca (EC), entre otros temas relacionados con las reacciones adversas a los alimentos.
Alberto realizó una presentación de manera virtual, en las últimas Jornadas Internacionales sobre EC en La Plata, acerca de EC y microbiota.
Aglutenados: Alberto, ¿qué es la microbiota?
Alberto Caminero: La microbiota son todos los microorganismos (o microbios) que viven en nuestro intestino: virus, bacterias, hongos.
A.: ¿Cuál es su función?
A.C.: La microbiota intestinal tiene muchas funciones de importancia en nuestro bienestar. Por un lado nos ayuda a digerir los alimentos para de esa manera aprovechar los nutrientes, y también nos ayuda en la defensa del organismo frente a infecciones; por ejemplo, ayuda a nuestro sistema inmune. Tiene mucho que ver con nuestro comportamiento y nuestra manera de ser.
A.: Vos decías en tu presentación que la microbiota puede ayudar a prevenir enfermedades, pero también mediar en la aparición de reacciones adversas a los alimentos o incluso provocar enfermedades, ¿cómo es eso?
A.C.: Cada uno tiene su propia microbiota, es particular de cada persona, y ésta depende de factores ambientales, de dónde vive y, fundamentalmente, de su dieta. Al alimentarnos damos de comer a los micoorganismos que están en nuestro intestino. Depende de lo que comemos, tenemos algunas bacterias y no otras; bacterias buenas y bacterias que pueden hacer daño. En este sentido, el estado de la microbiota puede ayudar a prevenir enfermedades. Sin embargo, también puede ayudar a que se desencadenen procesos inflamatorios. Determinados factores, tales como infecciones o una dieta desorganizada, pueden producir alteraciones perjudiciales de nuestra microbiota.
A.: ¿Con qué se relaciona una microbiota sana?
A.C.: Básicamente con la alimentación y una vida ordenada. En los primeros años de vida la leche materna ayuda a “plantar” en nuestro intestino los microorganismos buenos que ayudan al sistema inmune. Como todo, dependerá de la manera en que se cuide ese “jardín” para que siga siendo sano o no. Los antibióticos también dañan la microbiota. Pero asimismo lo hacen el sedentarismo o una dieta pobre.
A.: En tu investigación contás que en el último tiempo aumentaron los diagnósticos de EC y de otras patologías alimentarias.
A.C.: En los últimos veinticinco años ha aumentado considerablemente el número de diagnósticos de EC y de alergias. Esto es un problema sanitario a nivel mundial, acarrea cuestiones económicas y sociales además de las clínicas y las personales: aumenta el costo de los alimentos, dificulta el acceso a ellos, implica cierta carga psíquica para las personas que deben llevar dietas de restricción, etc.
A.: ¿Qué hipótesis se barajan sobre lo que pueda estar provocando esto?
A.C.: Descartada la cuestión genética, ya que los humanos no cambiamos tanto genéticamente en este período, se consideran cuestiones ambientales que pueden estar influyendo.
A.: ¿Cuáles serían?
A.C.: Hay dos hipótesis principales. La primera son las infecciones microbianas. Se ha mostrado que determinadas infecciones están íntimamente unidas a la aparición de celiaquía. La segunda serían cambios en los patrones alimentarios: se come más que antes, y más alimentos ultraprocesados, con aditivos, etc. Estos nuevos patrones dietéticos alimentan bacterias que no son tan buenas y que pueden ayudar a ocasionar reacciones, inflamaciones, intolerancias, sensibilidad a ciertos alimentos. El cuerpo reacciona.
A.: La enfermedad celíaca es una de estas maneras de reacción adversa frente a alimentos, en este caso a los alimentos con gluten. ¿Qué la diferencia de otras reacciones adversas tales como alergias e intolerancias?
A.C.: Tanto la EC como las alergias se clasifican dentro de lo que son sensibilidades alimentarias, e involucran al sistema inmune, son inmuno-mediadas. Mientras que la EC se da en el intestino (duodeno), las alergias son sistémicas: se pueden dar en todo el cuerpo. Ambas están muy estudiadas, y hay elementos diagnósticos para determinarlas.
A.: Repasemos estos elementos diagnósticos…
A.C.: ¡Claro! Para la EC se necesita una predisposición genética, atrofia del intestino delgado (duodeno) y anticuerpos antitransglutaminasa. Estos anticuerpos hacen que clasifiquemos la enfermedad como autoinmune. Significa que nuestro sistema inmune ataca nuestro propio cuerpo, en este caso el intestino. Más allá de casos puntuales donde esto puede no ser tan claro, estos tres elementos facilitan el diagnóstico.
A.: ¿Y en las alergias?
A.C.: En las alergias se analiza mediante sangre, la inmunoglobulina E (IgE) específica de alérgeno permite diagnosticar.
A.: Diagnósticos diferentes, dietas también distintas…
A.C.: En ambos casos se recomienda dejar de consumir de por vida el alimento que provoca el problema. En la EC es la dieta estricta libre de gluten, y segura, controlando los riesgos de la contaminación cruzada, para toda la vida.
A.: ¿Y en las alergias?
A.C.: Las alergias clásicas que presentan IgE en sangre también requieren una dieta estricta libre de alérgeno de por vida. Éstas se asocian con anafilaxis, que es una reacción muy fuerte al alérgeno que puede ser mortal. Diagnósticos de alergia no dependientes de IgE en realidad podrían ser clasificados como intolerancias.
A.: ¿La microbiota de los celíacos es de por sí diferente de la de los no celíacos?
A.C.: Al momento del diagnóstico, probablemente el celíaco tenga una microbiota pobre debido a la inflamación o la mala absorción producto de la enfermedad; ya en dieta estricta libre de gluten, su microbiota puede mejorar. Siempre será diferente en el sentido de que no tendrá las bacterias a las que les gusta el gluten, y que también son buenas para el organismo. Pero esto no significa que no pueda tener una microbiota saludable.
A.: ¡Clarísimo! ¿Y en relación con las intolerancias?
A.C.: El universo de las intolerancias es menos claro. No es tan fácil identificar qué es lo que provoca la intolerancia: en el caso del trigo pueden ser otros componentes distintos del gluten, como los sacáridos, que son muy fermentativos, e incluso otros. Son trastornos que hoy no están bien definidos, y muchas veces nos guiamos por lo que el paciente nos dice que le cae mal, y vamos probando de eliminar estos alimentos. Las intolerancias no son inmuno-mediadas, no comprometen al sistema inmune, y en este sentido no hay datos de que estos pacientes se compliquen a futuro con otras patologías.
A.: ¿En el caso de la intolerancia al trigo?
A.C.: Si se han descartado celiaquía y alergia, el sistema inmune no está comprometido al mismo nivel, y acá el paciente puede decidir o no dejar de consumir el alimento, con los riesgos de incomodidad que eso implique para cada uno.
A.: La importancia de alimentarnos bien.
A.C.: Comer variado, colorido, masticando bien. Tratar de incorporar legumbres y cereales aptos si somos celíacos; harinas nutritivas. Consultar con nutricionistas expertos en EC o en trastornos o intolerancias alimentarias antes de eliminar alimentos de la dieta. Si somos celíacos diagnosticados y no hacemos la dieta libre de gluten con cuidado y para siempre, corremos riesgos de contraer otras enfermedades más complicadas.
A.: Tal cual, pienso que somos privilegiados que podemos tener una excelente calidad de vida solamente cuidando la alimentación y sin tener que recurrir a tratamientos complicados o remedios costosos y con posibles efectos adversos. Muchas gracias, Alberto, y extendemos el agradecimiento a todo el equipo que investiga sobre estos temas en Mc Master en Canadá.
Copyright © 2024 Aglutenados