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Entrevista

Buscando un bebé encontré un diagnóstico

Constanza Echevarría nos cuenta cómo la celiaquía interfirió con su maternidad. Sólo después de un tiempo de dieta y con los anticuerpos normalizados pudo ser mamá. Lo paradójico es que, siendo profesional de la salud, se enteró de que era celíaca cuando intentó ser madre.

Aglutenados: Constanza, contanos un poco sobre vos…

C.E.: Soy licenciada en Nutrición, profesión que aúna dos intereses míos, la alimentación y la clínica. Mi objetivo con esta profesión es poder ayudar al otro a mejorar sus hábitos alimentarios o a tratar enfermedades a través de una nutrición adecuada. Lo paradójico e imprevisto —porque no lo sabía cuando elegí esta carrera— es que iba a tener que cambiar mi alimentación para vivir en salud. Hace cinco años que sé que soy celíaca.

A.: ¿Cómo descubriste que eras celíaca?
C.E.: Hacía un tiempo que buscaba un embarazo sin éxito. Fue entonces cuando participé de un programa de televisión acerca de la enfermedad celíaca —en calidad de nutricionista—, en el que se difundía un video didáctico informativo sobre ella. Y entre toda la información se hizo mucho hincapié en los síntomas extraintestinales. Todavía lo estoy viendo… la palabra “infertilidad” en la pantalla…

A.: ¿No te lo habías planteado hasta ese momento?
C.E.: La verdad… no. Incluso conociendo mucho de la enfermedad, puesto que es el área en la que me especializo profesionalmente. No tenía síntomas clásicos de celiaquía. Aunque sí convivía, creo que desde que tengo uso de razón, con psoriasis limitada al cuero cabelludo, algo de caída del cabello y descamación de uñas —que hoy entiendo con qué están vinculados—. Ahí me planteé: “Pucha, ¿yo no seré…?”.

A.: ¿Cómo habías tratado hasta ese momento la infertilidad?
C.E.: Realizamos varias consultas y tests en centros de fertilidad, y hasta ese momento el diagnóstico era “infertilidad sin causa aparente”. Siguieron múltiples estudios, laboratorios, ecografías, e incluso una laparoscopía (para ver si existía endometriosis). Llevamos a cabo cuatro tratamientos de reproducción asistida (inseminación intrauterina) que también fracasaron. Considerá que en cada uno de estos tratamientos se realizan análisis previos, otra vez ecografías, y tratamiento hormonal, con todo lo que eso implica desde lo físico y emocional.

A.: ¿Qué hiciste cuando se te despertó la inquietud?
C.E.: Pedí que me hicieran un laboratorio al día siguiente, y los resultados fueron muy claros. Los valores de los anticuerpos superaban en más de diez veces los valores normales. Después vino la endoscopía, que confirmó que la enfermedad sí estaba presente, sin afección grave de la mucosa del intestino.

A.: ¿Cuál fue tu reacción al enterarte?
C.E.: Una vez confirmado el diagnóstico, cambié la dieta y el estilo de vida al ciento por ciento. Hoy mi dieta es totalmente variada: carne, lácteos, huevos, fruta, verdura, las harinas permitidas, legumbres.

A.: Entonces llegó tu hijo…
C.E.: Primero hizo falta un año de dieta para que los valores de los anticuerpos resultaran casi normales, y fue ahí, sí, que quedé embarazada. El 27 de abril de 2015 fui mamá de Pedro. Dos años después nació Bruno… se trató de un embarazo que llegó rápido, sin buscarlo, sin tratamiento. Diferente por completo, y con certeza directamente asociado a la impecabilidad de la dieta.

A.: ¿Cómo te llevás con la dieta?
C.E.: La llevo muy bien desde el comienzo. En casa no tengo ninguna limitante. Me guío por los listados. Trato de tener siempre productos: que no me tome desprevenida o sin recursos. Y mi familia está entrenada. La mayor limitación tiene que ver con lo social, los eventos, comer afuera. Ahí uno tiene que ser siempre el custodio de lo que ingiere. Se dificulta más, puede haber contaminación por descuido o ignorancia.

A.: ¿Y con la preparación de los alimentos?
C.E.: Cuando Pedro comenzó a comer, tuve que maximizar los cuidados; que no hubiera contaminación cruzada, la higiene de las manos, etc. Fue un momento de ajuste, pero ahora está controlado. Hoy somos una familia de cuatro, y soy la única que tiene dieta sin TACC. Tengo utensilios, vajilla separada para la cocción de mis alimentos, y eso me facilita las cosas.

A.: ¿Tenés algún consejo para el mejor manejo de la dieta?
C.E.: Desde mi profesión y mi experiencia personal, considero que el proceso de alimentación se inicia con una buena planificación: qué se va a comer, compras organizadas, buena preparación para poder luego disfrutar del plato. Comer bien y con cuidado requiere ser organizado. Cuando uno va a salir tiene que prever adónde va a ir, y qué va a poder consumir. Si no se puede, pensar recursos alternativos.

A.: A partir de tu experiencia, pensando en mujeres que quieren quedar embarazadas y encuentran dificultades, pero no tienen ningún antecedente conocido o familiar con EC, ¿que les dirías que observen?
C.E.: Que pidan el estudio de los anticuerpos. Es un laboratorio sencillo, no invasivo. Este estudio debería formar parte del screening en centros de fertilidad. Debemos difundirlo entre ginecólogos, obstetras, centros de fertilidad, allí donde se estén buscando embarazos. El de enfermedad celíaca es un test a incorporar.

A.: Para terminar, el eslógan de Aglutenados es “ampliá tu mundo”; en tu caso, tu mundo se amplió a la maternidad, ¿algo más?
C.E.: A mí se me amplió enormemente con mis dos pequeños. Amigada desde el minuto uno con el diagnóstico de la celiaquía. No me cuesta el tratamiento (la dieta), y lo hago a conciencia y a gusto, porque fue lo que me permitió ser mamá. Estoy agradecida, y sé que éste es el camino que me toca. Desde lo profesional me aboqué al consultorio, y en el caso de los celíacos me resulta un placer atenderlos puesto que puedo trabajar desde mi vivencia y experiencia. Me interesa estar cerca del paciente y acompañarlo en cada día de este proceso de cambio.

A.: ¡Gracias, Constanza!


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